Por Jorge Rivero Zapata
Tenosique, Tabasco a 29 Enero.-No importando las inclemencias del tiempo, tanto los participantes como los visitantes locales, nacionales y extranjeros desde temprana hora iniciaron alistarse, para luego salir a bailar por segundo domingo consecutivo la tradicional, legendaria, extraña y misteriosa como el tiempo “Danza del Pochó”.
Por diversas calles se observó a los cojoes, pochoveras y tigritos, a quienes los extraños y propios anduvieron observando para tener el contacto directo de esas fiestas paganas, eran las siete de la mañana, niños, jóvenes y adultos empezaban acarrear el sojol de plátano, las hojas de castaña, las flores de tulipán, la soga, la costalilla, el chiquis, la careta, el sombrero, todo lo necesario para encaminarse hasta el lugar acordado con sus amigos para vestirse y ser parte de esa tradición de Tenosique.
Para luego dirigirse al punto de reunión, la casa de la familia “Corzo”, ubicada a un costado de la vía del ferrocarril en la colonia Luis Gómez Zepeda en Tenosique, en donde poco a poco empezaron a llegar todos, para dar inicio así sin importar que la lluvia empezará a caer, sólo esperaban el momento, el toque del tambor y del pito para dar inicio por segundo domingo a la caminata por las calles bailando la “Danza del Pochó”.
Hasta llegar a la hora marcada por el reloj del palacio municipal, eran las 15:30 horas, ahí estaban todos, incluyendo el presidente municipal, Raúl Gustavo Gutiérrez Cortés y su distinguida esposa, Nereyda Canto Casanova de Gutiérrez quienes cargando a sus hijos presenciaban desde lo alto del parque principal, en el balcón del Ayuntamiento, que con gusto y entusiasmo llegaron para presenciar esa diversión.
A su vez también los jóvenes que querían dar rienda suelta a la hilacha, bailando, esperando que los cojoes, les tiraran a la gente que estaban ahí sin importar que nuevamente la lluvia volvía a caer;, talco, huevos y al paso del movimiento de los pies y manos los cojoes con el shiquis le decían a la gente “júrgale, júrgale” al instante que ese palo se los metían entre los pies y el cuerpo, lo que causaba alegría y risas a los presentes.
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